Si  preguntamos cuál es el momento del día donde tenemos peor humor, la mayoría de  la gente responderá que por la mañana, nada más levantarse. Pero mientras esa  gran mayoría lucha con el despertador maldiciendo y rogando por un instante más  de sueño; otros luchamos por hacer menos brazadas. Son las siete y media de la  mañana, el entrenamiento ha empezado. Y siempre empieza con el mejor humor que  se puede tener.  Porque da igual quién es  el que haya ido ese día, si lleva mucho o poco tiempo entrenando con Carlos y  Laura, todos los que están ahí nadan con una sonrisa. Y así todo es más fácil. 
A mí  me parecía impensable poder nadar 5000 metros rodeado de nadadores en estampida  y con vaya usted a saber qué clase de animales fondeando bajo nuestros pies.  Pero madrugón a madrugón se va consiguiendo, construyendo un estado de animo  que te sirve de guía durante la travesía. Las hazañas de los demás te van  impulsando hacia nuevas metas: los que corrieron la maratón, los que ya son  todo ironmans, los que se estrenan en alguna prueba, los que pedalean o los  que, sencillamente, aprenden. 
Me  encantó nadar en Iruelas. Con todas esas sensaciones y pensamientos que se  disparan en una hora y media. Recordando todos los consejos, intentando nadar  muy largo, buscar el máximo deslizamiento… Y me encanta recibir  el día metido en el agua y rodeado de buena  gente. Empezamos los 200 metros de calentamiento y la ciudad empieza a  desperezarse, siempre les sacaremos algo de ventaja.   
David 
 
 
Tener compañeros de entreno como vosotros y compartir sufrimiento juntos... eso si q me pone una sonrisa. Enhorabuena maquina!
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