21.4.15

Yo, a lo mío


Siempre fui reacia a las competiciones, no sé si por miedo escénico o por miedo al fracaso, pero el caso es que nunca estuvo dentro de mis planes competir, vamos que pensaba que no tenía alma competitiva. Hace unos años, Goretti, gran amiga, consiguió que me inscribiera en una triatlón popular, triatlón que no llegué a hacer, porque me pudo más el estrés del momento. Así que con estos antecedentes, ¿quién me iba decir a mí que el pasado domingo 12 de abril competiría en la Locomotora Sprint 2015?


Llevo muchos años nadando, muchísimos, pero, como digo, nunca me había planteado competir hasta que, primero, un día, el bueno de Eddi me estuvo comentando sus aventurillas en las competiciones de natación; luego, Isidro, otro compañero, que mencionó cómo había mejorado desde que competía y, por último, Rocío, en el vestuario, que me espetó un "¡Anímate! ¡Es muy divertido!". Así que me dije ¿por qué no?


Me apunté sin saber realmente a lo que iba, sin saber si me gustaría el bullicio y follón de alrededor. Un sábado que iba a la piscina me encontré (digo me encontré porque jamás miro los entrenos) con que se había quedado para entrenar para la Locomotora y tuvimos que hacer relevos. Llegaba tarde así que no tuve mucho tiempo de pensarlo. Llegar y a nadar, y me ocurrió una cosa que no me había pasado nunca y es que había algo que me hacía nadar más rápido que de costumbre y era el pensar en mis compañeros. Curiosamente, ese sábado durante el entrenamiento creo que he hecho mis mejores tiempos hasta la fecha. Me sentí pletórica.


El 12 de abril llegué de milagro a la piscina donde se lleva a cabo esta competición, venía de viaje y encima con ataque de alergia. Mis tripas eran un poema. Carlos, el hombre tranquilo, ante mi afirmación de "Estoy hecha un flan", me contestó "Tú, a lo tuyo". Así que, yo, a lo mío. En el vestuario, mientras me cambiaba Rocío repetía su mantra, nuestro mantra, "Lo importante es que todas terminemos todo, que si no la Pepponi tiene que tirarse de nuevo". Así que yo, a lo mío.


Me tiré al agua para calentar, a pesar de que iba a pasar un buen rato hasta que me tocara nadar, más por tranquilizarme que por mis músculos, la verdad. Fue peor el remedio que la enfermedad porque no había más que niñas de 15 años más fuertes que el vinagre adelantándome a toda pastilla, vamos que calentando ya nadaban más rápido que yo cuando voy rápida. Así que yo, a lo mío.

Cuando llegó mi turno, mis primeros 400, me tiré de cabeza y empecé a respirar por el lado contrario al de las sílfides quinceañeras con las que compartíamos calle, sólo por no verlas y agobiarme. Yo, a lo mío.


La verdad es que no fue tan mal, vamos que fue muy bien. Primero los 400, luego los 200, los 100, los 50.  Me sentí parte del equipo, de una tribu y eso me dio las fuerzas para nadarlo todo. Terminamos las últimas, eso sí!  pero lo bueno es que nos guardaron empanada!! Ya estoy pensando en la siguiente y en quedar las últimas de nuevo para que nos guarden la merienda.

2 comentarios: